Gedeón

Gedeón ‘picapedrero, golpeador’)

El juez que libró a Israel de los madianitas, pueblo beduino que dominaba la zona central de Palestina en esa época (Jue. 6.1–8.35). Era hijo de Joás, del clan de Abiezer, de la tribu de Manasés. También se lo conocía como Jerobaal. Algunos eruditos afirman que es una historia compuesta, y que consta de por lo menos dos relatos diferentes.

Gedeón fue llamado a liberar a su pueblo cuando estaba trillando trigo secretamente para evitar estragos por parte de los madianitas. A ello siguió un acto de desafío en el que destruyó el altar de Baal y la imagen de Asera de su padre; el ingenio de Joás lo salvó de las consecuencias de este acto. El gesto de desafío parece significar una protesta contra la asimilación del culto de Yahvéh con el de Baal. Este acto está asociado con el nombre Jerobaal (yƒrubba>al) que se dio a Gedeón, y que ha sido intepretado como "Baal se esfuerza", "Baal funda", o "quiera Baal dar aumento". Algunos superen que este puede haber sido el nombre original de Gedeón, lo que reflejaría el sincretismo prevaleciente, pero que recibió nueva significación por este acto iconoclástico. En 2 S. 11.21 aparece como Jerubeset, donde se remplaza el aborrecido nombre Baal por la palabra "vergüenza".

La derrota de los madianitas está gráficamente descripta en Jue. 7, cuando de acuerdo con lo dispuesto por Dios, Gedeón redujo su ejército de 32.000 a 300, y obtuvo tranquilidad personal durante un reconocimiento secreto en el que oyó a un guerrero madianita contar su sueño de derrota. Llevó a cabo un súbito ataque nocturno que desmoralizó al enemigo, lo cual condujo a una total derrota. Jue. 8 registra el final de la victoria, con la muerte de Zeba y Zalmuna, a pesar de la hostilidad de las ciudades de Sucot y Peniel, a las que Gedeón castigó.

Después de la liberación se le pidió a Gedeón que estableciera una monarquía hereditaria, pero se rehusó. Aceptó, sin embargo, los zarcillos de oro tomados como botín en la batalla, con los cuales fabricó un "efod" (probablemente una imagen de Yahvéh), que colocó en su propia ciudad, y que más adelante se convirtió en motivo de apostasía.

La derrota de Madián fue decisiva, e Israel tuvo paz por el resto de la vida de Gedeón. La última visión que se nos ofrece de Gedeón es la de un anciano que disfruta de paz, con muchas mujeres e hijos, entre ellos el notorio Abimelec (Jue. 9).

He. 11.32 coloca a Gedeón entre los héroes de la fe. Confió en Dios y no en un ejército numeroso, obteniendo así la victoria con un puñado de hombres, lo que claramente demuestra que fue una victoria lograda totalmente por Dios. Al parecer "el día de Madián" se convirtió en dicho proverbial que simbolizaba el auxilio divino sin mediación del hombre (Is. 9.4). Gedeón aparece como un hombre humilde, y su rechazo del ofrecimiento del trono real muestra que el gobierno ideal de Israel era la teocracia (Jue. 8.23).