Jael

Jael (hebreo ‘cabra salvaje’).

La esposa de Heber ceneo, la que asesinó a Sísara (Jue. 4.17–21). En esa época los cananeos, al mando de Jabín, rey de Hazor, y Sísara dominaban Israel. En una nota aclaratoria (Jue. 4.11) se explica la presencia de los ceneos en una región tan al Norte, hasta Alon-saananim, en la frontera de Neftalí (Jos. 19.33); normalmente se los relacionaba con la tribu de Judá. Sus habilidades en el trabajo con metales seguramente los convirtieron en aliados útiles de los cananeos (Jue. 4.17).

Después que los israelitas, dirigidos por Débora y Barac, infligieron una derrota decisiva a los cananeos, la mayor parte del ejército vencido huyó hacia el Oeste Sísara, sin embargo, evidentemente después de haber abandonado su comando, se dirigió hacia el Norte probablemente con el fin de buscar asilo en Hazor. Al apreciar su vital importancia (Jue. 4.22), Jael le ofreció hospitalidad, lo que de acuerdo con la costumbre de la época, le garantizaba protección. Su afán por trasmitirle un sentido de seguridad hizo resaltar aun más su traición (Jue. 4.18). Como la instalación de tiendas era un trabajo que correspondía a las mujeres, Jael pudo matar eficazmente a Sísara atravesándole la sien con una estaca. Ser muerto por una mujer se consideraba una vergüenza (Jue. 9.54). Así se cumplió la profecía de Débora, de que el principal honor de matar a Sísara le correspondería a una mujer (Jue. 4.9).

Esta victoria liberó permanentemente a Israel de la opresión cananea, y le permitió controlar el estratégico valle de Esdraelón. Quedó inmortalizada en la canción de Débora (Jue. 5), que se considera contemporánea, y que muestra un salvaje deleite en el artero acto de Jael (Jue. 5.24–27). Pero, aunque no se lo apruebe, no se puede desestimar la natural reacción humana de los israelitas, después de un largo período de opresión, ante la muerte de su archienemigo.

Se han sugerido varias enmiendas poco convincentes destinadas a suprimir la sorprendente referencia a Jael en Jue. 5.6. Probablemente el argumento que se adujo es el de que, aunque Samgar y Jael vivían en la época en que Israel era perseguida, ninguno de los dos fue capaz de liberarlo. Débora recibe todo el crédito de esta acción libertadora.