Sabá

Reina de ("Sebá"). Monarca sabea (Sabá), que viajó a Jerusalén a comprobar la sabiduría de Salomón (1 R. 10.1–10, 13; 2 Cr. 9.1–9, 12). Uno de los principales propósitos de su costosa (1 R. 10.10) pero exitosa (1 R. 10.13) visita puede haber sido el de negociar un acuerdo comercial con Salomón, cuyo control de las rutas comerciales ponía en peligro las ganancias que acostumbraban recibir los sabeos de las caravanas que cruzaban su territorio, ganancias de las que dependía Sabá a pesar de sus considerables adelantos en la agricultura gracias a un régimen favorable de lluvias y un efectivo sistema de irrigación. Las especias, el oro, y las piedras preciosas con que buscó el favor de Salomón (1 R. 10.3, 10) seguramente eran típicas de los lujosos cargamentos de dichas caravanas, que unían los recursos del África oriental, India y el S de Arabia con los mercados de Damasco y Gaza, pasando por oasis tales como Meca, Medina, y Tema.

Tanto las inscripciones asrias como árameas del Sur dan testimonio de la presencia de reinas en Arabia desde el siglo VIII a.C. La amplia difusión del uso de camellos domesticados unos dos siglos antes de Salomón hacía posible el viaje de alrededor de 2.000 kilometros de la reina de Sabá (1 R. 10.2).

Su disposición a llevar a cabo un viaje tan arduo sirvió a Cristo para contrastar la suficiencia de los judíos en Mt. 12.42, pasaje en el que se la llama "reina del Sur", título que refleja una construcción semítica tal como malkat_ sƒb_aµ< o malkat_ yaµméÆn, reina de Sabá o Yemen.

Esta reina fue inmortalizada por leyendas etíopes, particularmente la de Kebra Nagast ("Gloria de los reyes"), como la reina de Etiopía cuyo hijo, nacido de su unión con Salomón, fue el primer rey de dicho país. Esta leyenda refleja el vínculo íntimo que existió en la antigüedad entre el Sur de Arabia y el Este del África, que también hace notar Josefo cuando llama a esta reina "reina de Egipto y Etiopía". Leyendas árabes la recuerdan como Bilqis.