Acab

Acab (hebreo ‘el hermano (divino) es padre’).

1. Hijo y sucesor de Omri, fundador de la dinastía, que reinó como séptimo rey de Isreal durante veintidós años, ca. 874–852 a.C. (1 R. 16.28ss). Se casó con Jezabel, hija de Et-baal, rey de Sidón y sacerdote de Astarté.


I. Historia política

Fortificó ciudades israelitas (1 R. 16.34; 22.39) y realizó extensos trabajos en su propia capital, Samaria, como lo demuestran también las excavaciones (1 R. 16.32). Su propio palacio estaba adornado con marfil (1 R. 21.1; 22.39; Am. 3.15). A lo largo de su reinado hubo frecuentes guerras con Siria (1 R. 22.1), especialmente contra Ben-adad, quien, con sus aliados, sitió Samaria pero fue repelido (1 R. 20.1). Más tarde, en una batalla cerca de Afec, Acab derrotó en forma decisiva a Ben-adad, pero le perdonó la vida (1 R. 20.26–30), quizá a ambio de concesiones comerciales en Damasco, similares a las que se les había concedido a los mercaderes sirios en Samaria. Mantuvo vínculos económicos con los puertos fenicios como resultado de su matrimonio.

Los anales asirios demuestran que en 853 a.C., en la batalla de Carcar (Qarqar) a orillas del Orontes, Acab apoyó a Ben-adad con 2.000 carros y 10.000 hombres en un esfuerzo exitoso, si bien temporario, por detener el avance de Salmanasar III hacia el Suroeste. Esta intervención fue una de las primeras causas de los posteriores avances contra Israel. La preocupación con los asuntos sirios permitió a Moab, que fuera vasalla de Acab, rebelarse (Moabita, Piedra). Más tarde, sin embargo, Acab, con Josafat de Judá, luchó una vez más contra Siria (1 R. 22.3). Aunque había sido advertido por la profecía de Micaías sobre el resultado fatal que tendría, Acab participó en la batalla final en Ramot de Galaad, pero disfrazado. Fue herido mortalmente por una flecha perdida, y su cuerpo fue llevado a Samaria para ser sepultado. Su hijo Ocozías lo sucedió en el trono (1 R. 22.28–40).

II. Asuntos religiosos

Elías fue el profeta principal de su reinado. Acab fue influido por su mujer Jezabel, a quien autorizó a edificar un templo dedicado a Baal (de Tiro) en Samaria con su altar pagano, "Asera", y asistentes (1 R. 16.32). Jezabel alentó a un gran grupo de falsos profetas juntamente con los devotos de Baal (1 R. 18.19–20), y posteriormente instigó la oposición abierta a Yahvéh. Los verdaderos profetas fueron asesinados, los altares dedicados al Señor fueron derribados, y Elías tuvo que huir para salvar su vida. Cien profetas, sin embargo, fueron ocultados por Abdías, mayordomo de Acab que temía a Dios (1 R. 18.3–4).

El fracaso de Acab, que no hizo cumplir la ley y la verdadera justicia, quedó ejemplificado en el juicio falso y la posterior muerte de Nabot, cuya viña fue anexada a los terrenos del palacio en Jezreel (1 R. 21.1–16). Esto hizo que Elías se encontrase nuevamente en la oposición abierta; su postura fue vindicada por Yahvéh en la prueba en el Carmelo, que echó por tierra las pretensiones de los profetas falsos. Elías profetizó el destino de Acab, de su mujer, y de su dinastía (1 R. 21.20–24). El reinado, señalado por su idolatría y la influencia nefasta de Jezabel (1 R. 21.25–26), afectó a generaciones posteriores para mal, y fue también condenado por Oseas (1.4) y Miqueas (6.16).



2. Acab, hijo de Colaías, fue uno de los dos profetas falsos denunciados por Jeremías por usar el nombre de Yahvéh. Su muerte, por fuego, a manos del rey de Babilonia fue predicha por el profeta (Jer. 29.21).