Lucas

Evangelista, colaborador del apóstol Pablo y médico de profesión.

Considerado autor de los “Hechos de los Apóstoles” y del “Evangelio de san Lucas”, el último y más rico en detalles de los tres evangelios sinópticos. Redactado hacía el año 60 d. de C., está basado en el Evangelio de san Marcos y en material procedente tal vez de otro evangelio más antiguo, y presenta a Jesús como el liberador de las ataduras del mundo, especialmente dedicado a los pobres y marginados.

Nacido en una familia pagana de Antioquia, se convirtió al cristianismo en el año 42.

Entre los compañeros de Pablo que enviaron saludos en su carta a la iglesia de Colosas aparece “Lucas (gr. Loukas) “el médico amado” (Col. 4.14); la forma en que se lo describe sugiere que había atendido a Pablo como médico, indudablemente durante el encarcelamiento de este.
En Flm. 24, probablemente escrita en la misma época, se lo describe como compañero de tareas de Pablo, lo que sugiere que su ayuda en la obra del evangelio no se limitaba a su profesión de médico.
Hay una tercera referencia a él en lo que aparentemente fue uno de los últimos mensajes de Pablo: “Sólo Lucas está conmigo” (2 Ti. 4.11); lo cual confirma la estrecha relación entre ambos.

Generalmente se considera que era gentil, se afirma que Col. 4.11 se refiere a un grupo especial dentro del círculo más amplio de cristianos judíos, y que, en consecuencia, Lucas puede haber sido un cristiano judío de la dispersión. Ireneo (ca. 180 d.C.) es el primero en referirse claramente a Lucas, y en nombrarlo como el autor del tercer evangelio y el libro de Hechos. Encontramos la misma tradición en el canon muratorio y el llamado prólogo antimarcionita al Evangelio de Lucas. Este último documento dice que el evangelista era oriundo de Antioquia en Siria, y agrega que sirvió al Señor sin las distracciones de esposa o familia hasta su muerte, a los 84 años, en Boecia; no hay certeza sobre la antigüedad y la confiabilidad de esta tradición.

Probablemente pueda encontrarse el origen de la tradición de que Lucas fue el autor del tercer evangelio y del libro de Hechos a principios del SS. II. El hecho de que Marción, fanático seguidor de la teología de Pablo, haya elegido a Lucas como el evangelio que él reconocía, probablemente quiere decir que lo consideraba obra de un compañero de Pablo (Hch. 16.10–17; 20.5–21.18; 27.1–28.16). El hecho de que el autor de Hechos no haya tratado de volver a escribir estos pasajes en tercera persona queda explicado de la manera más satisfactoria si lo identificamos como su autor original. Entre los posibles compañeros de Pablo, que conocemos a través de sus epístolas, pero que no figuran en Hechos, Lucas se destaca como el que probablemente compuso este libro, y, por consiguiente, el evangelio que lleva su nombre. Esta identificación surge de una variante de Hch. 20.13 (“Pero yo, Lucas, y los que estaban conmigo, subimos a bordo”), que puede datar de principios del SS. II.

Los argumentos que nos proporcionan las indicaciones internas de Hechos son considerables, y los confirman las pruebas externas de la tradición del SS. II que citamos arriba, y especialmente en vista de que nunca se ha sugerido otro candidato a quien pudiera adjudicársele el libro de Hechos. La sugerencia de que la tradición se apoya en una deducción de las pruebas que aporta el NT y que no tiene valor independiente, es pura hipótesis. Tiene mayor fuerza la objeción de que la descripción de la iglesia primitiva en Hechos, y de Pablo en particular, no es la que podría esperarse de un compañero de Pablo, pero es posible refutarla.

El estilo literario de Lc. y Hch. demuestra que su autor fue una persona culta con considerables dones de expresión. Los indicios de fraseología médica, y el interés en asuntos médicos en ellos, refuerzan la opinión de que “el médico amado” fue su autor. Muchos eruditos que han analizado su obra a la luz de su fondo clásico reconocen los dones de Lucas como historiador, y lo comparan favorablemente con los mejores historiadores antiguos.

La admiración de Lucas por Pablo se destaca claramente en el curso del libro de Hechos. Gracias a su íntimo contacto con él y otros dirigentes cristianos, y como consecuencia de sus visitas a Jerusalén y Cesarea (cf. Hch. 21.17ss), Lucas tuvo amplias oportunidades para adquirir un conocimiento directo de la vida de Jesús y la historia de los primeros años de la iglesia cristiana primitiva. Bien podía aseverar en el prólogo a su evangelio que estaba adecuadamente capacitado para su tarea, después de haber investigado de modo cuidadoso y prolijo todos los hechos pertinentes en la forma en que los recibió de testigos responsables en la iglesia (Lc. 1.1–4).

El cuadro que surge es el de un hombre humilde, con gran simpatía humana, que se consideraba siervo de la Palabra. Con sus considerables dones literarios, históricos, y teológicos, estaba perfectamente preparado para relatar la historia de los comienzos de la cristiandad de un modo nuevo, adaptado a las necesidades de la segunda generación de la iglesia.

Se presume fue martirizado en Acaya el año 70.