Silas

Miembro destacado de la iglesia de Jerusalén, poseedor también de dones de profecía (Hch. 15.22, 32). Es posible que Silas sea nombre semítico, quizás la forma aramea de Saúl. Es indudable que se lo debe identificar con "Silvano" (2 Co. 1.19; 1 Ts. 1.1; 2 Ts. 1.1; 1 P. 5.12), probablemente forma latinizada de "Silas", aunque también podría ser un cognomen distinto elegido por su semejanza.

En Hechos Silas fue enviado por la iglesia de Jerusalén a dar la bienvenida a la comunión cristiana a los gentiles convertidos por intermedio de la iglesia de Antioquía (Hch. 15.22–35). En ocasión del altercado entre Pablo y Bernabé respecto a Juan Marcos, Bernabé se alejó llevando consigo a este último, y Pablo llevó como acompañante a Silas, en su segundo viaje misionero (15.36–41). Quizás el hecho de que fuese ciudadano romano (16.37–39) haya sido una de las razones que influyeron en esta elección, y el hecho de que era miembro de la iglesia en Jerusalén habrá sido de ayuda para Pablo. El papel desempeñado por Silas parece haber sido más bien el de remplazar a Marcos que a Bernabé. En ninguna parte se hace referencia a él en forma generalizada como "apóstol" (contrástese con Bernabé en Hch. 14.14), y al parecer ocupó una posición subordinada. Marcos era "ministro" (hypeµreteµs) de los apóstoles antes (13.5), y esto podría indicar que tenía una función similar a la de los asistentes en las sinagogas (Lc. 4.20) en el cuidado de las Escrituras y posiblemente los rollos catequísticos que más tarde se transformaron en su evangelio. Si Silas cumplía una función semejante, es fácil comprender por qué se le puede haber asignado el papel literario que le tocó a Silvano en las epístolas.

Acompañó a Pablo a través de Siria, Asia Menor, Macedonia y Tesalónica. Cuando Pablo se dirigió a Atenas, Silas se quedó en Berea y luego se reunió con él en Corinto (Hch. 16–18). Pablo hace referencia a sus labores allí en 2 Co. 1.19. Aparece como coadjutor de Pablo en las cartas escritas desde Corinto (1 Ts. 1.1; 2 Ts. 1.1) y no se lo menciona más hasta que se lo nombra en 1 Pedro.

Pedro dice que escribe día Silouanou (1 P. 5.12). De esto se desprende que cumplía una función literaria que probablemente le otorgaba bastante libertad. Esto podría explicar la razón de cierta semejanza en la fraseología entre 1 Pedro, 1 y 2 Tesalonicenses, y el decreto apostólico de Hch. 15.